domingo, 30 de agosto de 2009

Vivencias de un jornalero en el valle de Culiacán


Neftalí González Huerta

“A los catorce años de edad empecé a ir a trabajar a los campos agrícolas de Culiacán, a sembrar tomate y esperar a cosecharlo; me iba por varios meses al campo ‘Santa Martha’; entonces su dueño era Guillermo Clouthier. Luego me di cuenta cómo era la cosa, así que desde 1985 empecé a controlar gente para llevar a esos campos. Llevaba de 100 a 150 gentes en los meses de noviembre o diciembre, a puros paisanos de Guadalupe Nogales. También conocí al Señor Mario Ponce, quien era el dueño de otro campo y fue mi patrón. Cuando queríamos ir con este señor me comunicaba con él y nos enviaba 2 ó 3 carros (autobuses) a recogernos aquí en Huajuapan. Entonces íbamos al campo 5P que está a la orilla de Culiacán. Los que se responsabilizaban de nosotros eran los contratistas, que controlaban de 8 a 10 carros de la región mixteca. El patrón tenía otros cinco campos: El Zapateado, San José, El Niño, El Doce y Rancho Viejo”.
Quien así habla es Adolfo Basurto Reyes de cincuenta años de edad, originario de Guadalupe Nogales, agencia de policía del municipio de San Francisco Tlalpancingo, distrito de Silacayoapan, en el estado de Oaxaca. Es un campesino con tierras improductivas; por eso desde adolescente se convirtió en jornalero eventual en los campos agrícolas del Valle de Culiacán, Sinaloa. Por varios años estuvo al frente del contingente de paisanos que iba a aquellos campos; él se entendía con los contratistas; además viajaba con su esposa y sus hijos, de noviembre a marzo de cada año, permaneciendo allá cinco meses. Estas son algunas de sus vivencias:

17 nuevos pesos por un día de trabajo

“En el campo 5P toda la gente que llevaba ganaba, en 1994, 17 nuevos pesos diarios; por eso en los seis días de trabajo de la semana sacábamos 102 nuevos pesos. Eso sí, los niños de 10 años en adelante ya trabajaban igual que los grandes. Tenían que trabajar el papá, la mamá y los hijos para que alcanzara el dinero; por eso desde el pueblo nos íbamos toda la familia; así mi esposa iba para preparar la comida y cuidar al niño chiquito. Yo llevaba siete gentes de familia y trabajábamos cinco, entre todos ganábamos 500 nuevos pesos a la semana, pero allá se gasta mucho, a la semana eran 260 nuevos pesos en la tienda”.
“En los campos trabajábamos por cuadrillas de 30 a 40 gentes, para contar lo que hacíamos estaba pendiente un apuntador. Empezábamos a trabajar a las 7 de la mañana y terminábamos a las 4 de la tarde, almorzábamos antes de empezar a trabajar y comíamos a las 12”.
“Allá vivíamos en cuartos de lámina de asbesto o de lata. En diciembre hay mucho zancudo y para que no chingue compramos pabellones; en enero y febrero ya no hay tanto calor, ya estamos más tranquilos. Se lava la ropa en los canales de agua para regar los campos y ahí mismo sacamos el agua para tomar sin hervir”.
Muchos pueblos de la Mixteca hacían la migración interna para trabajar en el valle de Culiacán. Hasta allá iban los campesinos de San Martín Peras, de Coicoyán, de San Juan Mixtepec, de San Antonio de Las Mesas del municipio de Calihualá; de San Marcos Natividad y Guadalupe Nogales del municipio de Tlalpancingo. También iban del área de Tlapa, Guerrero. Ahora Adolfo Basurto y su antiguo contingente prefieren ir a trabajar a los Estados Unidos de Norteamérica.
Los jornaleros de Guadalupe Nogales también tuvieron accidentes fatales en su trayecto de la mixteca a Culiacán, el lunes 13 de marzo de 1995 hubo un trágico accidente sobre la carretera México-Querétaro enlutando a varias familias de esa población.
Continúa con sus vivencias:

La muerte de los niños
“Allá en Culiacán tuvimos muchos problemas, nos enfermamos y hasta se murieron niños. En 1992 se murió un niño de 2 años en el campo 5P; murió el 10 de enero de ese año de diarrea y disentería; cuando ya estaba muy enfermo lo llevaron 2 veces al hospital del IMSS de Villa Juárez, pero no se alivió; su papá se llamaba Luis Cruz Camacho y su mamá María López. Si ellos me hubieran dicho, buscaba un médico particular, eso cuesta dinero pero se podía aliviar. Es que mis paisanos no sabían explicar”.
“En el campo ‘Zapateado’ murió otro niño, se llamaba Antonio; sus papas son Francisco Reyes Cruz y Rosa López Cruz; tenía un año de edad, le dio gripe y diarrea, lloraba y lloraba, ni un día duró y murió, lo llevaron al Seguro pero el médico dijo que ya estaba muerto. Eso fue en marzo de 1993”.
“En 1992 nos fue muy mal allá; entonces llovió mucho y chingó todo, tomate, pepino, chile…nos vinimos sin trabajar y sin dinero”.
Amortiguando el dolor en su mente y en sus vísceras, Basurto Reyes hace este recuento. Lo que vivió durante varios años en el Valle de Culiacán fue lo que vivieron muchos mixtecos, quienes posteriormente se organizaron en un sindicato de jornaleros para defenderse, ese sindicato estuvo asesorado por la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC).
Así resume el trabajo que hacía en esos campos agrícolas:
“Cuando llegamos a los campos tomate, chile y pepino están en almácigo, nosotros los trasplantamos, lo cuidamos y cosechamos. En cinco meses hacemos todo eso y nos venimos. Regresamos a Guadalupe Nogales en marzo o abril”.

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