domingo, 30 de agosto de 2009

La Sierra Negra, donde el misticismo y la naturaleza se fusionan




Azul Guzmán


En los últimos meses se ha hablado mucho de las graves afectaciones que provocó la influenza en el sector turístico. Por este motivo se escucha por diversos medios la invitación a los mexicanos para salir a pasear y redescubrir las bellezas de nuestro país. Tenemos una tierra realmente hermosa, con miles de atractivos a lo largo y ancho de su territorio, y coincido en que nosotros debemos ser los primeros en admirar y explorar este suelo que nos ha visto nacer.

Hay un lugar mágico donde el misticismo y la naturaleza se fusionaron en un abrazo para deleite de sus visitantes: la Sierra Negra, ubicada en territorio poblano, concretamente en el distrito de Tehuacán. Se localiza a un par de horas de recorrido sobre el camino Tehuacán–Cuicatlán.
Es impactante ver montañas inundadas de árboles de todo tipo, y por supuesto con una fauna impresionante. Los lugareños han cuidado de sus cerros y procuran conservarlos limpios porque desde niños han convivido con la naturaleza y la respetan: saben que de ella se alimentan y tienen todo lo básico para vivir.

Al llegar a la Sierra Negra te transportas a un lugar donde la vida es muy tranquila, donde la gente vive con mucha paz. Hay un pueblo llamado Magdalena Coyomeapan. Allí, en el corazón de la sierra, el aire es limpio y puro; es un deleite para los pulmones respirar esa frescura. La hospitalidad de los vecinos es una puerta siempre abierta a la amistad. La temperatura es baja y es mejor ir abrigado. Allí todavía se habla con sano orgullo la lengua náhuatl, herencia de sus antepasados.

Entre los atractivos de este pueblo hay uno que llama la atención: se trata de un lugar llamado "Kankivi"; es una semigruta donde siempre está cayendo agua a modo de lluvia. Los pobladores de la zona le llaman también "Casa de la Lluvia"; a un costado pasa un río con aguas gélidas.
Para llegar a Kankivi hay que caminar unos 45 minutos desde el centro de la población, pero vale la pena la caminata porque la recompensa que nos da la madre naturaleza es sencillamente indescriptible.

Más adelante queda San Pablo Zoquitlán, en medio de laderas y cumbres, y el ambiente es el mismo.

Después de dos días de estar allí ya no se quiere uno regresar. Hemos recorrido caminos de herradura, nos hemos mojado bajo la suave lluvia serrana, hemos saboreado sus ricos licores que ellos mismos destilan: la Sierra Negra nos ha robado el corazón.

Nos vamos con la firme idea de regresar pronto a deleitarnos de esos paisajes que son un reflejo de la belleza serrana que tenemos muy cerca de Huajuapan.

¿Por qué se le llama Sierra Negra? La respuesta de los pobladores fue la siguiente: dada la gran vegetación y cantidad de árboles que existen hay puntos donde está oscuro, no se ve mucho, aun siendo de día; por ello se le conoce así.

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