sábado, 30 de mayo de 2009

Monopolio en mercados y organizaciones sociales, aumentan ambulantaje en Huajuapan



Abril Valdez


El 30 por ciento de los 800 locales de los cuatro mercados de Huajuapan (Porfirio Díaz, Cuauhtémoc, Zaragoza y Benito Juárez) están abandonados; sus dueños se han ido a Estados Unidos; han sido varias veces traspasados con pagos que pueden alcanzar hasta un millón de pesos; o son parte del monopolio de familias que tienen cinco o más lugares; también las organizaciones y uniones se han apoderado de los espacios.
Mientras, los 300 ambulantes (cifra oficial, aunque cada día se suman nuevos comerciantes) invaden las calles del centro de Huajuapan y para algunos representan la impunidad al no pagar impuestos; sin embargo compran su mercancía a los establecidos, incluso les pagan una cuota por funcionar como bodega.
La regidora de Mercados y Promoción Económica del Ayuntamiento de Huajuapan, Osiris Torres Ramírez, opina que “el comercio ambulante nunca se va acabar” y señalando con su dedo una nota del periódico El Imparcial en la que se lee “Ahorcan ambulantes calles del centro de Oaxaca”, apunta: “Es un mal de las ciudades en crecimiento, aquí y en China, incluso materia de estudio para sociólogos y economistas”.

El inicio

El sismo del 24 de octubre de 1980, dicen, le cambió la cara a Huajuapan y en definitiva: fue un factor que detonó el ambulantaje, que aunque existía años atrás no había dibujado su voracidad.
El derrumbe del mercado Porfirio Díaz, que envió a los comerciantes por una temporada al parque Independencia, hizo su parte, recuerda Fidencio Vargas, secretario de la Unión Única de Comerciantes (UUNDECO).
Aunque no tenían local, llegaron comerciantes para sumarse a la vendimia en la plaza. Cuando se repartieron los lugares en el recién creado mercado Zaragoza (que inicialmente sería el único mercado pues en el lugar del Porfirio Díaz el ayuntamiento quería crear una plaza cívica) durante la administración de Manuel Bautista Arias (1981-1983), y posteriormente en el Porfirio Díaz, los antiguos locatarios recuperaron su estatus y los nuevos se quedaron sin ubicación: ocuparon las calles Valerio Trujano, Colón, Nuyoó, Cuauhtémoc, la “L”, Zaragoza, y el pasaje de la calle Motolinía.
Vendedores en pequeño que comercializaban productos del campo, verduras y frutas provenientes de municipios como Juxtlahuaca, Silacayoapan, Mariscala, Chazumba, Tezoatlán, Camotlán, Cuyotepejí e incluso de Tehuacán y Acatlán de Osorio, Puebla. También llegaban los productores en pequeño de las agencias de Huajuapan
A las canasteras y caretillas se les relego a la venta de perecederos; las rejas, diablitos con sombrillas integradas, y puestos elaborados -incluso con mesas plegables- se dedicaron a comercializar toda clase de artículos, desde agujetas, plantillas y tintas para calzado, cinturones, plantas, juguetes de plástico, discos compactos, ropa para bebé, calcetas, calcetines, playeras, cosméticos, accesorios para el cabello, joyería de fantasía, productos contra las plagas como ratas y cucarachas, herramientas, cortinas, pabellones contra moscos e incluso, ropa interior mezclada con platos y vasos de plástico, mercancía en su mayoría made in China o producto de la piratería.

Poner orden

No pocas administraciones quisieron reordenar el ambulantaje. Uno de los intentos y que dejó una obra que hoy está semiabandonada, el Andador de Las Campanas, fue el realizado por Bernardo Barragán Salazar (1999-2001).
En el año 2000, la administración panista echó piso de concreto y techó lo que antes era una barranca, construyó locales y sanitarios en un lugar bien ubicado, intermedio entre los mercados Zaragoza y el Porfirio Díaz.
El actual secretario de la Contraloría de Oaxaca recuerda que la idea era llevar a todos los ambulantes al andador para que pudieran ejercer el comercio de una manera digna e iniciaron un censo para ofrecerles espacios, pero sólo serían para los comerciantes ya existentes que también recibirían apoyo económico.
Barragán Salazar reconoce que sólo lograron ubicar al 90 por ciento y que lo hicieron de forma democrática y transparente para evitar conflictos sociales; sin embargo, Guadalupe Ventura Amado, dirigente del Frente Unido de Comerciantes de Huajuapan, asegura que fueron 3 organizaciones las que se apoderaron de los lugares, dejando a los verdaderos ambulantes fuera; de eso sabremos más adelante.
El ex presidente descarta que el ambulantaje haya crecido por descuido de las administraciones, ante la falta de políticas públicas para la generación de empleos; dice que más bien la economía mundial orilló a las familias al autoempleo, y como única alternativa la venta en la calle.
Manifiesta que el Andador de Las Campanas es un ejemplo de lo que se puede seguir haciendo, pues todavía hay espacios disponibles en Huajuapan que pueden usarse para la construcción de 3 ó 4 mercados zonales para ubicar a los ambulantes. Sin embargo aún hay espacios en los 4 mercados que existen, locales abandonados y botín seguro.

Los Mercados

La regidora de Mercados y Promoción Económica, Osiris Torres Ramírez dice que no pretenden acabar con el ambulantaje, pero sí promover la venta ordenada y que para esto necesitan que los mercados, que están al 70 por ciento de su capacidad, también se ordenen; reconoce que los locatarios han usado los lugares como propiedad privada, cuando son una concesión que les otorga el Ayuntamiento, la cual únicamente tiene duración de 10 años según el reglamento vigente, y que en la mayoría de los casos ya venció; espacios que podrían dar a los ambulantes.
Cuenta que al inicio la administración, en 2008, la regiduría que encabeza inició un proyecto para recuperar los espacios a través de arreglos y convenios con los locatarios para impulsar a los mercados como centros económicos de la región, pero reconoce que es muy difícil hacer las negociaciones, sobre todo porque los comerciantes “creen que son dueños de los locales”, y de forma ilegal hacen transacciones entre particulares, ganan dinero con la renta y el traspaso.
Torres Ramírez dice que de forma extraoficial, las autoridades saben que un traspaso puede costar desde los 50 mil pesos, hasta cantidades estratosféricas como un millón de pesos, y que cada local cambia varias veces de “dueño”.
Dice que los líderes de las uniones –tan sólo en el marcado Zaragoza existen 4: la de tablajeros, 2 de vendedores al detalle y mayoristas– quieren pedir cuentas al ayuntamiento de cómo administran los espacios, y en muchos casos entorpecen las negociaciones para recuperar locales y los presionan.
Pero asegura que han actuado con prudencia porque no quieren enfrentamientos, realizando reuniones y actuando con apego a legalidad en conjunto con el departamento jurídico del ayuntamiento, Patrimonio Municipal, la Comisión de Mercados, y en últimas fechas, con la recién creada Contraloría Municipal.
Son los mercados Cuauhtémoc y Zaragoza, los que más locales vacíos tienen. La actual administración ha recuperado 10 espacios en el Benito Juárez y 5 en el Zaragoza; pero son muchos los espacios en la zona de explanada, los cuales únicamente son usados como bodega.
La concejal comenta que son los mismos locatarios los que “están matando al comercio”, aunque el ambulantaje también hace lo suyo.
Actualmente una concesión para trabajar en el mercado Porfirio Díaz cuesta 5 mil pesos para el que va acceder el espacio, y una cuota de paso de 5 mil 500 a quien lo ocupará , en los demás mercados son 3 mil y 3 mil 500, respectivamente.
Torres Ramírez dice que muchos de los ambulantes eran locatarios, vendieron la concesión y se fueron a la calle, donde en la clandestinidad y pese a la exigencia de operativos también los locatarios los ven como clientes potenciales, les venden los productos y les ofrecen servicio de bodega.
También están las organizaciones, algunas –bajo el amparo de la APPO- aprovechan para negociar espacios y amagan con movilizarse si se quiere meter mano (Continuará).

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