lunes, 25 de mayo de 2009

Juan Herrera, 48 años frente a los micrófonos. “Tu Hermana, dijo Chinuni”


Primera de dos partes)

Francisco Círigo

Anunciador ambulante por accidente, animador de jaripeos por azares del destino, en sus 48 años frente a los micrófonos Juan Herrera ha creado un peculiar estilo de anunciar y se ha convertido en parte del paisaje urbano de Huajuapan, con una mano sosteniendo un micrófono y la otra en el volante de su camioneta Nissan gris, dotada con bocinas tipo “trompeta” que impulsan su voz a varias calles de distancia. A él se debe una de esas expresiones que se han incorporado al lenguaje coloquial de los huajuapeños: “Tu hermana, dijo Chinuni”. Y en una faceta poco conocida, también es autor de aproximadamente 11 composiciones musicales, tres de ellas de corte religioso.
Paradójicamente, a pesar de que es uno de los personajes populares más conocidos de Huajuapan, no es originario de esta ciudad, sino de Santiago Huajolotitlán, donde vio la primera luz hace 73 años; y aunque por un error del Registro Civil ostenta los apellidos Herrera Loyola, en realidad debería apellidarse Herrera Jiménez.
También paradójicamente, hasta hace relativamente pocos años el apodo que lo ha hecho popular, le disgustaba, al grado que en alguna ocasión detuvo su camioneta de sonido, se bajó y se lió a golpes con un joven que le gritó en plena calle el ahora clásico Chinuni.
Entrevistado en su domicilio, casi frente al área de mayoreo del mercado Zaragoza, Juan Herrera hace andar hacia atrás el reloj y narra cómo, de manera accidental, se vio con un micrófono en la mano, animando una kermés del Partido Acción Nacional, en el que ha militado desde su juventud y del que incluso fue dirigente municipal.
Nacido en el seno de una familia campesina que vino a radicar a Huajuapan cuando él tenía tres años de edad, Juan Herrera no concluyó el primer año de primaria: aprendió las primeras letras con la maestra Perfecta Salanueva y asistió durante cortas temporadas a las escuelas Pio XI y Federal Tipo, pero a los pocos meses se aburría y abandonaba los libros para irse a trabajar al campo.

El nacimiento de Chinuni

El apodo que le ha acompañado la mayor parte de su vida y que hasta hace relativamente poco tiempo le causaba gran enojo se lo impuso Jeremías Márquez, un trabajador del ingenio azucarero que funcionaba en la ex hacienda de Santa Teresa:
“Yo trabajaba en la empacadora de alfalfa junto con otros 15 o 20 chamacos que formábamos una cuadrilla, pero yo era el más ñengo (pequeño, débil); un día se le ocurrió a Jeremías decir que yo era el chinuni (pilón en mixteco); todos se empezaron a reír. A mí me dio mucho coraje pero así se me quedó, y después, cuando yo ya andaba en las calles anunciando, los chamacos me gritaban ¡Chinuni!, nomás para hacerme enojar.
“Me acuerdo que una vez un muchacho a quien le dicen El gato, que ahora es hojalatero, me gritó ¡Chinuni!; yo me bajé y empecé a pegarle, hasta que me lo quitó don Francisco Segoviano”.

Su primera kermés

Cuando Juan Herrera se casó con Rafaela Estrada, con quien lleva más de medio siglo de vida en común, era un campesino como había muchos en Huajuapan en esa época; no imaginaba siquiera que la vida le tenía deparado un camino diferente.
Su primer contacto con los micrófonos lo tuvo una tarde de 1961, de manera casual, cuando se encontraba en las oficinas del PAN, donde se efectuaban kermeses los domingos. Recuerda que el animador oficial, un muchacho llamado Santos, no llegó, y el doctor Angel Mora le pidió que “los sacara del apuro”… y así lo hizo. Lejos estaba de imaginar que esa tarde iniciaba una carrera de casi medio siglo.
“A mí me gustaba escuchar a los anunciadores de entonces, principalmente a Fernando Cruz, a quien le decían Fermentación, pero nunca pensé que yo fuera a seguir ese camino. Ese día anuncié como había visto que lo hacía Santos y a la gente le gustó; me pidieron que fuera el domingo siguiente a la cinco de la tarde, y yo llegué a las cuatro; así empecé a animar en las kermeses”, relata.
En esa época el PAN poseía un jeep Land Rover, en el que Joaquín Barragán anunciaba por las calles para recaudar fondos para el sostenimiento del partido. Un día, Pepe Estrada fue a buscar a Juan para que realizara un anuncio en las calles, pero él se negó: “Una cosa era animar las kermeses en el partido y otra andar por las calles, por eso le contesté que no. El me dijo que me subiera al jeep y como era de los que no se podían abrir por dentro, me quedé encerrado; Pepe se subió del otro lado y me llevó a la casa del doctor Mora, quien me dijo que necesitaba que yo anunciara y terminé aceptando”, comenta.
Su primer anuncio formal fue el de las bodas de plata sacerdotales de Monseñor Celestino Fernández y Fernández, que fueron el 20 de diciembre de 1963, pero los anuncios iniciaron aproximadamente el 18 de diciembre. Después de esa fecha, algunas personas empezaron a gustar de su estilo y a pedir que él hiciera sus anuncios. Una de ellas fue doña Margarita Calvo de Espina, quien entonces era presidenta del comité de padres de familia de la escuela Valentín Gómez Farías.
De esta manera, Juan se integró de lleno a los anuncios callejeros, por puro amor al arte. Cuando terminaba su trabajo en el campo se iba a las oficinas del PAN para iniciar su recorrido por las calles, que en su mayoría eran de tierra. Su primera gratificación como anunciador la recibió una navidad, cuando los dirigentes del partido le obsequiaron diez pesos.

$7.50 por anuncio, su primer sueldo

Tal vez Chinuni habría seguido a la sombra de Joaquín Barragán, anunciando sólo por el gusto de hacerlo, de no ser porque un día el jeep se atascó en los terrenos fangosos de la calle 5 de febrero, aparentemente por un descuido del responsable, lo que provocó el enojo de Pablo Barragán, uno de los dirigentes del partido.
Tras este incidente, el doctor Mora le propuso que se hiciera cargo de los anuncios, pagándole la misma cantidad que a Joaquín; fue hasta entonces cuando Juan supo que el anunciador oficial percibía $7.50 “de los de entonces” por cada anuncio (se hacían dos, tres y a veces hasta cuatro diarios); en contraste, un jornalero como él ganaba $7.00 pesos al día. No dudó en aceptar.
Así inició la carrera profesional de Juan Herrera como anunciador ambulante, en el Land Rover del PAN, al servicio del partido y ganando de dos a tres veces lo que obtenía como campesino. Eventualmente percibía un ingreso extra animando algunas fiestas de pueblo, como la de Santa Cruz, en Las Peñitas, donde fue contratado por primera vez por la señora Carmen Cruz.
Pero su carrera como anunciador aún estaba por consolidarse: un día (no recuerda la fecha), el sacerdote Esaú Solano, por encargo del empresario cervecero Ramón González Pérez, le propuso trabajar como animador en los pueblos, en la carpa de la Corona, ganado entre 30 y 50 pesos diarios. Antes de aceptar, Juan Herrera lo comentó con el doctor Mora, quien estuvo de acuerdo, con la única condición de que le avisara con tiempo suficiente para buscar alguien que lo sustituyera en sus ausencias temporales.
Su primera feria fue la de Magdalena Jaltepec, Nochixtlán, del 20 al 23 de julio y al terminar recibió la orden de trasladarse a Santiago Huajolotitlán, para animar en la feria durante tres días, del 24 al 26 de julio.
Cuando se reportó con don Ramón González para informarle que había cumplido el encargo, éste le preguntó “¿Cuántos días trabajaste”. “Siete, señor”, fue su respuesta. Sin agregar palabra, el empresario se levantó del escritorio, se dirigió a la caja fuerte, sacó un fajo de billetes y empezó a contar (“A mí me temblaban las piernas cuando vi que empezaba a contar un billete tras otro”), hasta completar una cantidad que Juan nunca había soñado ganar: 350 pesos (Continuará).

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