domingo, 31 de mayo de 2009

CULTURA: La barranca de Las Campanas, joya geológica y turística de Huajuapan


Neftalí González

Al poniente de Huajuapan se encuentra la población de Acatlima, embellecida por un paisaje natural conformado por sabinos y dotado de veneros que hace años surtieron de agua a la ciudad.
Al pie de los sabinos y veneros nace la barranca de Las Campanas, que en su primer tramo es una maravilla por sus peñascos y su agua cristalina; luego, en condiciones pésimas, se extiende hacia el oriente a todo lo largo de la ciudad, cruzando por calles y colonias recogiendo basura y aguas negras con olor nauseabundo, llevando esta contaminación hasta el río mixteco.
Tomando como punto de referencia el primer tramo, por varias razones la barranca de las campanas es una joya geológica de Huajuapan, en primer lugar por los majestuosos sabinos y el manantial que hasta hace algunas décadas era abundante, tanto que aportaba agua a los hogares de la ciudad; en segundo lugar por sus peñascos, sus pozas, su arbustos, sus árboles que dan una sombra agradable y su pequeño torrente de agua; y en tercer lugar por las formaciones calcáreas, como grutas al aire libre, que se encuentran a los lados.
Hasta hoy lo que atrae la curiosidad de los visitantes son las pendientes calcáreas que cuelgan de la orilla sur de la barranca; y precisamente a esas pendientes se debe el nombre de la barranca, según algunos porque las formaciones semejan al badajo con que se tocan las campanas y, según otros, porque al golpear las formaciones suenan como campanas.
Es indiscutible el atractivo natural de la barranca; pero lo maravilloso tanto en el aspecto geológico como en el turístico son esas especies de estalactitas que cuelgan en varias partes y que asombran a quienes realizan visitas y recorridos de estudio.
Hace años el caudal de agua era abundante que bañaba las peñas y se filtraba entre la tierra y la piedra porosa. El agua que brotaba del manantial y el agua que escurría por las lomas adyacentes contenía minerales, que en su constante caer iba construyendo prolongaciones pétreas con formas caprichosas, porque la inmensa mayoría de estas formaciones se originaron en terrenos calcáreos, es decir, formados por roca caliza. Este tipo de roca se debe a la sedimentación de sales de calcio y magnesio.
Estos pesados colgantes pétreos se formaron en la tierra hace siglos, y su lenta construcción por las manos de la naturaleza tuvo una duración de muchos años, en una época en que había las condiciones propicias para acumular capa sobre capa de materiales que se fueron solidificando y cohesionando de manera impresionante
Haciendo un recorrido minucioso encontramos formaciones pequeñas y enormes en una gran extensión, las formaciones pequeñas tienen más suerte ya que están compactas y con vitalidad, aún tienen filtración de agua produciendo el goteo constante, pero el rincón más conocido, que seduce y cautiva, es el que tiene los colgantes más largos y frondosos y que forma una cueva. Este portento presenta auténticos racimos de prolongaciones mineralizadas.
En la actualidad esta maravilla de la naturaleza que tenemos en Huajuapan no está olvidada, pero no tiene el tratamiento ni los cuidados que solo puede brindarle un especialista en espeleología, y si no se da la alarma para su conservación, si no se procura el tratamiento preventivo ni los cuidados que exige, el riesgo de perderse es inminente. Mientras los estragos que sufre por los cambios ecológicos empiezan a notarse.
En la década de los años 50 y 60 del siglo XX era uno de los lugares favoritos de recreación y esparcimiento de los huajuapeños y su fotografía se había convertido en la tarjeta postal más codiciada, simbólica y representativa de la ciudad. Hoy las condiciones para que esas formaciones calcáreas continúen “vivas” se están perdiendo: el manantial de Acatlima ya es escaso, la orilla de la barranca en donde se ubican ya no tiene escurrimiento de agua, y el agua es fundamental para la cohesión calcárea, la vegetación se reduce cada vez más y no produce la sombra necesaria a la barranca para proporcionar cierta humedad.
Ante estas condiciones adversas, nuestras maravillosas “campanas” se están deteriorando, se encuentran completamente secas, sin la fortaleza suficiente, y lo peor: esas formaciones ya empezaron a caer. En la base de la cueva se encuentran tiradas.
De continuar el deterioro y el abandono, esta gruta se perderá en pocos años y de ella sólo quedarán los recuerdos y las fotografías, porque al deterioro ecológico se agrega el vandalismo de algunos visitantes, sobre todo de jóvenes con mentalidad destructora que pintarrajean las paredes y tiran basura.

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