domingo, 31 de mayo de 2009

SEMBLANZA. Tu hermana, dijo Chinuni


(segunda y última parte)

Francisco Círigo

Casi 10 años después de que, por azares del destino, inició su carrera como anunciador, Juan Herrera Loyola, el popular Chinuni decidió independizarse al adquirir su primera camioneta, una Fargo modelo 55, con la ayuda de su tío, el sacerdote Pablo Herrera Reyes, aportando un enganche de tres mil pesos. Este hecho coincidió con el término de las promociones que la cervecería Corona realizaba en las ferias de pueblo y que para él representaban un importante ingreso.
Sin embargo, aún le faltaba explorar una faceta en la que se haría aún más popular: la de animador de jaripeos. También en esta actividad inició por accidente, pues siendo mayordomo del barrio de San Isidro Oriente, contrató a la banda de Santa Catarina Yutandú para amenizar el jaripeo del 15 de mayo; pero las autoridades municipales no permitieron a los músicos salir a tocar, por lo que tuvo que improvisar “para que el jaripeo no estuviera en silencio”. Y gustó tanto su manera de narrar las montas que a partir de esa fecha empezaron a contratarlo de otros barrios; uno de los primeros fue el de La Merced, donde animó los tres días del jaripeo por una paga de 50 pesos diarios.
Otra modalidad en su actividad frente a los micrófonos fue la animación de los paseos del toro que se realizan por las principales calles de la ciudad para anunciar las fiestas de barrio, y que en algunos casos se acompañan con los matachines.

“Chinuni”… “¡Tu hermana!”

El apodo que Jeremías Márquez le puso cuando era niño, se convirtió para Juan Herrera en una auténtica pesadilla, porque no sólo en la calle los muchachos le gritaban “¡Chinuni!” para hacerlo enojar, sino que en los jaripeos nunca faltaba quien, escudado en el anonimato le gritara el tan odiado “¡Chinuni!”, provocando las risas del público.
La historia cambió una tarde de jaripeo en Santa maría Xochixtlapilco; después de mucho pensar, llegó a la conclusión de que debía buscar alguna respuesta para que la gente dejara de molestarlo. Un día, cuando le gritaron su apodo, respondió “¡Tu abuela!”, pero casi de inmediato se arrepintió, porque consideró que era una respuesta demasiado fuerte. Sin embargo, esa tarde, cuando a medio jaripeo uno de los espectadores le gritó “Chinuni”, de manera espontanea, por el micrófono, le contestó “¡Tu hermana!”, provocando la risa del público. El autor del grito no esperaba la respuesta, ni mucho menos las burlas de la gente, por lo que el resto del jaripeo permaneció en su lugar, en completo silencio. Así nació una de las expresiones coloquiales más conocidas y usadas por los habitantes de Huajuapan. “Tu hermana, dijo Chinuni!”.
A partir de esa fecha comenzó a utilizar la respuesta para sacudirse de las burlas de quien pretendiera molestarlo, y en todos los casos, el público le festinaba la expresión. Pero ni eso logró que dejara de enojarse cuando alguien le gritaba su apodo en la calle, a pesar de que sus hijos, ya mayores, le decían que no tenía por qué molestarse.
Un día, mientras se encontraba en su vehículo en las inmediaciones de la preparatoria 3 de la UABJO, un grupo de jovencitas pasó a su lado jugueteando, y una de ellas le dijo a otra: “Tu hermana, dijo Chinuni”. Al darse cuenta de que en el vehículo estaba el autor de la frase, la joven soltó la carcajada y se alejó corriendo. Fue entonces cuando Juan Herrera se percató de que la expresión se había incorporado al habla popular de los huajuapeños y que quienes la utilizaban no tenían la intención de molestarlo… y terminó resignándose a su suerte y aceptando el apodo.

Peleado con la tecnología

En sus casi cinco décadas de actividad, Juan Herrera Loyola ha tenido que hacer frente a dos situaciones: la competencia y los avances tecnológicos. De la primera ha salido avante, porque aunque en su momento tuvo como competidores a don Manuel Ramírez Acevedo, el Trovador Mixteco, e incluso a algunos locutores de la radio como David Prado Torres, José Ramírez Méndez, Francisco Javier Guevara y Serio Magno Parra, entre otros, ninguno logró quitarle el lugar que ya había ganado en el gusto del público. “Todos ellos eran muy buenos en lo suyo, en la cabina, pero anunciar en la calle es otra cosa; y más todavía animar un jaripeo. Me acuerdo que una vez fue Pepe Ramírez Méndez a animar un jaripeo en El Calvario, pero la gente le chifló, lo abucheó”, recuerda.
A pesar de los avances de la tecnología, Juan Herrera continúa aferrado a sus equipos de hace décadas: con excepción de la planta de luz que utilizaba en sus primeros años para alimentar su amplificador, y que quedó en el olvido al salir al mercado los equipos de batería, hasta la fecha sigue utilizando bocinas tipo trompeta y casetes para realizar sus grabaciones. “Mis hijos me dicen que deje las trompetas y me compre unos bafles, pero no he querido porque los bafles se oyen muy bonito de cerca, pero las trompetas se escuchan a varias calles de distancia”, explica.
Por lo que respecta a los casetes, ha encontrado una manera de compaginar su viejo estilo de grabar con las nuevas tecnologías: sus anuncios los graba en casete y luego hace el transfer a CD.
De cabello cano, bigote poblado, tez clara y sonrisa fácil, Juan Herrera Loyola convoca a los recuerdos en una calurosa tarde de charla que inicia en su pequeño oficina y que concluye en su estudio de grabación, ubicado en la planta alta de su casa, donde almacena como valiosos tesoros centenares de discos de acetato.
Ante la pregunta del reportero, confiesa que ha pensado en el retiro, pero quiere hacerlo después de cumplir, en 2011, sus 50 años frente a los micrófonos; después de haber dado gracias Dios por haberle brindado la oportunidad de cumplir medio siglo haciendo lo que le gusta, y por haber encontrado, una tarde de domingo, en una kermese del PAN y de manera totalmente accidental, su verdadera vocación: la de anunciador, conductor de paseos callejeros y animador de los ruedos…

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