domingo, 31 de mayo de 2009

EDITORIAL. Movilizaciones magisteriales

La reanudación de las movilizaciones de protesta del magisterio han prendido las luces de alerta en diversos sectores de la población que son ajenos al gremio pero que finalmente resultan afectados por los efectos de este conflicto que se vive en Oaxaca cada año, desde hace 29.
Los bloqueos de calles, carreteras, oficinas y establecimientos comerciales privados, y la advertencia de que las acciones del magisterio se radicalizarán conforme avancen los días permite advertir la posibilidad de que se revivan situaciones similares a las que se registraron en la entidad en el segundo semestre de 2006.
Esta vez las acciones de protesta del magisterio no se han circunscrito a las que tradicionalmente se efectuaban en las primeras semanas de negociaciones (marchas, plantones y si acaso algún bloqueo de vialidades urbanas) sino que han adquirido dimensiones que parecen el preámbulo de una confrontación mayor.
Esta situación es preocupante porque Oaxaca aún no termina de recuperarse de los efectos de un conflicto político y social que lesionó severamente su economía y dañó su tejido social.
Hoy nuestra entidad al igual que el resto del país enfrenta una situación económica particularmente grave.
En las circunstancias actuales, la incertidumbre, la inestabilidad, los conflictos, provocarían daños aún más graves que los que dejó el verano-otoño de 2006.
Hoy, como nunca, se impone realizar un esfuerzo de diálogo y de negociación que sean producto de un auténtico deseo de buscar soluciones que se alejen de posiciones intransigentes, inmovibles o reduccionistas. Más aún: evitar a toda costa que este naciente conflicto escale y se contamine por intereses de diversa índole, relacionados con la proximidad de la jornada electoral.
Aún es tiempo de tender puentes y buscar, por todas las vías posibles, opciones que permitan desactivar lo que amenaza ser la reedición de 2006. Lo peor para todos sería la prolongación y la radicalización de las movilizaciones, la polarización de la sociedad y el resurgimiento de la violencia que tanto daño hizo a los oaxaqueños. Nadie en su sano juicio puede apostar a lo contrario.

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